Su segunda obra se titula En busca del Homo Sapiens (1969), una novela humorística que detalla la ardua búsqueda de ésta especie humana en la sociedad. Luego publica Ra Tapu Mana: Una mirada al mundo invisible que nos rodea (1971), donde abarca una amplia visión en torno al conocimiento esotérico, la parapsicología y las remotas Civilizaciones del Pasado. Indica a la Atlántida como una antigua potencia central, desde donde habrían surgido los gérmenes de posteriores culturas tras el gran cataclismo, las cuales se transformaron en las más antiguas civilizaciones conocidas de Asia, Europa y la América Aborigen (P.III). Ello explica, según Fonck, las sorprendentes relaciones existentes entre Pascua, Mohenjo Daro, Harappa y la India (pag. 18), cuyo origen sería una súpercultura antigua, prediluvial (pag. 19), indicando a continuación que las grandes migraciones habían sido consecuencia del último diluvio universal, el que habría trastocado totalmente la geografía, haciendo aparecer nuevos continentes e islas, mientras que parte de otros continentes e islas enteras sucumbían a su avasalladora fuerza destructora (pag. 29).
Fonck establece la existencia de un pueblo prediluvial que mantuvo lazos de amistad con muchos otros pueblos (pag. 36), basándose en los innumerables símbolos, mitos y leyendas de gran similitud entre diversas culturas del planeta. Describe los lazos de contacto entre la Isla de Pascua, la India y Egipto, como también entre la Polinesia y América, como lo demuestran ciertos objetos arqueológicos encontrados en éstas regiones y asimismo las concepciones cíclicas del Tiempo (pag. 53), expresando por ejemplo, la conexión entre el nombre Shiva, muy parecido al nombre del país del que provenía Hotu Matúa’a, el primer rey de los isleños de Rapa Nui, o sea, "Hiva" (pag. 22). En relación con Rapa Nui, Fonck señala: Es indudable que los pascuenses estuvieron en el Perú, o los peruanos en dicha isla, ya que existe en Pascua un moai con características análogas a la cultura que se ha denominado "Tiahuanacu". Estos contactos deben haber sido preincásicos, ya que los incas prohibían escribir, mientras los pascuenses poseían un idioma escrito con más de 750 distintos símbolos o combinados (pag. 27). Establece asimismo el posible origen atlante de los Mayas de Yucatán (pag. 48) y la presencia de población vikinga precolombina en Hvitramannaland y la Gran Irlanda: esto es, la Tierra de los Hombres Blancos, es decir, la América Aborigen (pag. 57). En su conjunto, esta obra comprende un gran espectro que abarca las Runas, la Radiestesia, los escritos de Paramahansa Yogananda, la Telequinesia, los Horóscopos y la respiración rítmica y profunda del Yoga.
El gran viaje.
Su cuarto trabajo es Rapa Nui: el último refugio. El origen de los Pascuenses (1973), en el cual refiere los grados de perfección cultural y evolución esotérica (pag. 13) que alcanza la Humanidad tras largos períodos de Tiempo. Abordando el estudio de la misteriosa Isla de Pascua, sus habitantes y su enigmática cultura, Fonck señala que los primeros habitantes de la isla son los primeros sobrevivientes de la primera raza del mundo. De color amarillo, muy altos, de largos brazos, con una gran capacidad torácica, con orejas enormes pero sin el lóbulo distendido, cabellos rubios, cuerpo brillante desprovisto de vellos. No conocían el fuego. Eran los Hanau Eepe. Esta raza existía antiguamente sobre otras dos islas polinésicas. Llegaron en barcos de una tierra situada detrás de América (¿Atlántida?) (pag. 92).
Nuevamente, establece la realidad en el pasado de una Cultura-Raíz, señalando que en tiempos prediluviales, desde la isla Atlántida irradió una cultura universal hacia todos los continentes adyacentes (pag. 44) cuyos nexos se rastrean por ejemplo, en la toponimia, indicando que en Asia los nombres de pueblos a menudo terminan en stán (Hindustán, Pakistán, Afganistán, Beluchistán, Nuristán, etc.) mientras que en México, la expresión para país o tierra es tlan. Y en Noreuropa para la misma expresión, la palabra es land. Si comparamos las tres expresiones: stán, tlan y land, podríamos suponer que es una y la misma palabra pronunciada por distintos pueblos de distinta manera (pag. 45). Estas similitudes se explican por los movimientos migratorios de los pueblos primitivos en tiempos protohistóricos, acaecidos como una consecuencia de los enormes cambios geográficos producidos por el último diluvio (pag. 59), cuyas considerables modificaciones geográficas y, podría decirse, geológicas de hace alrededor 11.500 años, fueron producidas por el diluvio universal, el que, a su vez, provino de un cambio de posición del eje de la tierra con sus consiguientes trastornos: los océanos se salieron de sus anteriores posiciones para anegar y hacer desaparecer continentes enteros como la Atlántida, Mu, Mapu, Gondwana, haciendo aparecer continentes hasta entonces sumergidos, y produciendo, además, el cambio en la posición de los casquetes polares (pag. 172), determinando la gran antigüedad del género humano en la tierra (pag. 275) y las catástrofes cíclicas referidas anteriormente, de la cual algunos sobrevivientes poblaron Hawaii y Pascua (pag. 212).
Según Fonck y otros autores citados en su obra, los primigenios habitantes de Rapa Nui eran totalmente distintos a las actuales poblaciones: Los primeros investigadores que llegaron a la isla establecieron que, según la tradición, hubo en tiempos anteriores muchos nativos que tenían la tez blanca, ojos azules y cabello rubio. Los actuales recuerdan todavía a varias personas, muertas a fines del siglo pasado y a comienzos de este siglo, que tenían estas características (pags. 138-139), apreciación reforzada por las palabras de William E. Thomson, quien señaló en 1886 que algunos hombres tenían barbas largas, un hecho desconocido tanto entre los indios americanos como entre los polinesios. Estos relataban que sus antepasados habrían llegado en grandes barcos desde el este, un país montañoso, siguiendo siempre el sol poniente (pag. 170). Además, Fonck refiere a los moai kawa kawa que ostentan barbitas que demuestran que entre los isleños o en su prehistoria hubo seres barbudos (pag. 177 y pags. 240-241). La tesis de población indoeuropea en Oceanía se sustenta luego por medio de numerosos argumentos científicos, basados en el estudio de la morfología, de la filología, de tradiciones y mitos, de su flora (seguramente importada en su mayor parte), de sus artes y de su escritura (como sucede por excepción en nuestra isla de Pascua), ha hecho que los sabios den por establecido que algunas tribus de las islas oceánicas son de origen racial indoeuropeo (pag. 220). Se expresa además que ciertos pueblos oceánicos son indudablemente de origen indoeuropeo y que, venidos sin duda de las regiones altas de la India, han alcanzado, de isla en isla, aquella en que se les ha encontrado (Samoa, Tonga, Tahití, Nueva Zelanda, Pascua, etc.). Esta migración hacia el este está apoyada por argumentaciones científicas numerosas (etnología, lingüística, leyendas históricas, etc.) (pag. 223).
Las conexiones intercontinentales entre América, Isla de Pascua, Asia y Egipto (pag. 170) son ejemplificadas a lo largo de la obra, determinando notables similitudes entre la escritura cretense ó minoica, los glifos egipcios, hititas, la escritura de Harappa y Mohenjo Daro, China y la Isla de Pascua (pag. 184-185), ramas de una remota cultura que levantó los monumentos megalíticos en Europa, África, Asia Menor y Asia en general, se internó posteriormente al Océano Pacífico, y por qué no suponerlo, llegaron también a América, donde igualmente abundan los monumentos megalíticos que en su mayor parte son de procedencia desconocida (pags. 208-209).
Fonck precisa un conjunto de similitudes intercontinentales, entre las que destaca la semejanza del dios pascuense Tu y el Odín nórdico, ambas deidades de un solo ojo, como lo es a su vez el dios barbado Bochica (pag. 222). Además, refiere a los registros de los Incas llamados quipus, conocidos asimismo en la Polinesia (pag. 222) y los contactos entre América y la India (pag. 245), estableciendo el posible origen en la India de los antiguos pascuenses, al provenir estos de la Tierra de Hiva, es decir, la Tierra de Shiva (pag. 254), y poseer la casta sacerdotal de ambos lugares considerables parecidos (pag. 296), ó bien la relación entre las runas de los indogermanos llevadas a la India (pag. 184) y los petroglifos de Rapa Nui llamados Rona (pag. 135), lo que refuerza las conexiones entre lo sistemas de escritura de Pascua, la escritura primitiva china, la de los Andes, la más antigua de los textos indostánicos y Egipto (pag. 308). Citando a Stephen-Chauvet concluye que los polinesios, en especial los pascuenses, han debido provenir del interior de la India, y que estaban relacionados con culturas del Asia menor, incluso, tal vez, con los egipcios (pag. 230).
Es el Gran Viaje, la gran ruta de las tribus norafricanas descendientes de los Atlantes, hasta llegar al "Último refugio", es decir, la Isla de Pascua (pag. 237) concluyendo que esa cultura tan lejana estaba unida a su cultura matriz a través de una especie de cordón invisible que no fue cortado, representado por esas fuerzas esotéricas (pag. 308). Fonck sintetiza sus argumentaciones en las similitudes etimológicas entre norafricanos (bereberes) y polinesios (Ako Ako - Aku Aku; quahuna - kahuna), la semejanza en la toponimia de la India y Pascua, como también en las creencias religiosas y esotérica y las formas de escrituras.
En Kahunas. Los Poseedores del Secreto (1975), Fonck desarrolla el estudio de la misteriosa secta sacerdotal de Hawaii, los Kahuna, descendientes de un antiguo grupo proveniente de Noráfrica, junto a otras interesantes expresiones del conocimiento, como la Radiestesia, las facultades de la autosugestión, el Inconsciente Colectivo de Carl Gustav Jung, el Yoga y Hatha Yoga, las extraordinarias actividades de Paramahansa Yogananda y las experiencias del médium Jaime Galté, entre otros notables temas, promoviendo la recuperación de cualidades perdidas en el Hombre actual: Creo sinceramente que las fuerzas mentales son las que van plasmando nuestro futuro, y no sólo el nuestro, sino que también en cierto sentido el de nuestros semejantes (pag. 15). Ó bien: Quiera el destino que las fuerzas esotéricas, materia de este libro, queden en manos de una élite de sabios y de científicos que sepan emplearlas en beneficio de nuestra convulsionada humanidad, ya que su empleo podrá ser algún día de una influencia decisiva para el porvenir de nuestro planeta (pag. 14).
Los Kahunas ó sumos sacerdotes poseían fuerzas esotéricas tan estupendas, que podían caminar con los pies desnudos sobre ascuas, sin sufrir quemaduras. Además, eran capaces de sanar a enfermos graves a través de prácticas diversas, aplicando una dosis de energía vital que sabían almacenar dentro de sí (lomi-lomi), obteniéndola de fuentes ignoradas por el hombre blanco. Otra característica estaba en su clarividencia, con la cual pronosticaban hechos por ocurrir o establecían cosas que estaban sucediendo a gran distancia (pag. 11). La obra describe la extensa migración de las doce tribus bereberes habitantes de la zona de los Montes Atlas y del desierto del Sahara (en Noráfrica central y occidental), de las cuales once tribus tomaron la determinación de trasladarse a un grupo de islas situadas en el Océano Pacífico, donde podrían conservar sus conocimientos psíquicos, llamados huna, y que coinciden con los hawaianos. Los componentes de estas tribus fueron aparentemente los que llegaron a colonizar las islas de Oceanía y que son conocidos actualmente bajo el nombre de polinesios (pag. 310).
En Kahunas, el autor propone la existencia de un arco entre las culturas hindúes y pascuenses, como lo dispone a través de la presencia en la India de los santuarios llamados stupas, mientras que los pascuenses construyeron torres llamadas tupa. La diferencia se explica por el hecho de que los polinesios no empleaban la letra "S". Otras demostraciones residen en el hecho de que los rishis hindúes han encontrado en Pascua el nombre de arikis y de que, si tratamos de traducir el nombre de Brama al pascuense, nos encontramos con la sorpresa de que Raa, significa "sol" (¿o Dios?) y ma΄a es sinónimo del "que sabe", lo que podría interpretarse como: "El Dios que sabe" (pag. 210). Señala luego que los sacerdotes en Pascua eran llamados ariki, en Hawaii ali ii y en la India rishis (pag. 332). Fonck ventura asimismo vínculos durante remotas edades entre la Isla de Pascua, China y la India (pag. 268).
Este grupo primitivo presente en Rapa Nui poseyó una cualidad ó poder oculto en la actualidad, conocido como Mana, pues los prepascuenses o pascuenses primitivos han debido contar con medios extraordinarios para mover y levantar sus moais, los que incluso debían portar esas pesadas coronas de piedra roja sobre sus cabezas, otro misterio difícil de resolver. Por ello, creo que el mana ha sido, como lo determina el padre Sebastián Englert con su interpretación: "una fuerza espiritual, poder misterioso, creador" (pag. 266). De acuerdo a Fonck, la migración de los bereberes parte desde el desierto del Sahara hasta la India (Pakistán Oriental), y desde ahí, a través de las Malayas, Sumatra, Java, Borneo y las Célebes, a Nueva Guinea y al Pacífico, para llegar finalmente a su objetivo final, a Rapa Nui (pag. 327). El autor señala que incluso los bereberes prosiguieron hasta América y tuvieron una fuerte influencia sobre los pueblos americanos, ya que he podido comprobar tribus amazónicas que han dejado nombres en su toponimia, traducibles perfectamente a base del idioma pascuense (pag. 329). El conocimiento de los Kahunas se remonta a una cultura antiquísima que tal vez se remonte a tiempos prediluviales (Atlántida) (pag. 323).
En Hombres y Estrellas (1979), Fonck propugna un estadio superior de la Humanidad en épocas pasadas, a diferencia de los postulados de Erich von Däniken, quien expone a lo largo de su obra el origen extraterrestre de la civilización y la cultura en la Tierra.